sábado, 25 de octubre de 2008

Heterónimos


Sí. Lo reconozco. Soy viajera. Mi vida está llena. He vaciado la taza muchas veces, he vivido en el desierto -cinco años en un pueblo minero apartado de la urbe, no piensen en pirámides ni en doradas dunas-. He luchado contra la muerte. Tantas veces me han herido como haya herido yo. La ignorancia y su camino me han conducido por inciertos y terribles derroteros -es más, no creo que la experiencia te haga sabio-. Tropecé mil veces con la misma piedra, sucumbí de amor en mi primer viaje iniciático, mordí el polvo, me sentí villana, lo fuí -aunque el tiempo y la perspectiva me dieron la razón después-. No importa. Evocar es anhelar también. Deseamos lo que no queremos y lo que queremos tener: un buen recuerdo que estimule nuestra memoria, como una tarde apacible en un puerto -Lisboa- billete en mano, tal vez de aquel tranvía blanco y amarillo. Unas mochilas llenas de conservas -atún, sardinas, mejillones- unos cuantos escudos, la cámara compacta que sirvió de trueque para poder volver a cruzar el rio...
Y ambivalencia. Mucha, al sentir. Más aún si el azar te conduce al mismo lugar para volver a amar a otras personas, como pintar en un lienzo sobre el que ya hubieras pintado antes y sin embargo tener la certeza de que esa vida que vives engastada en otras vidas es única e irrepetible.
Comprendo ahora al mirar esta foto lo que el poeta dijo: "No tengas nada en las manos...Al sol siéntate. Y abdica, para ser rey de tí mismo."


Imagen: Lisboa, 1989.


2 comentarios:

judas dijo...

No tengo nada en las manos.

Bramida dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.