"...El almirante Langlais hojeaba lentamente aquellos documentos llegados de las más diversas partes de un mundo que, evidentemente, se aferraba a su locura. Cartas, fragmentos de diarios de a bordo, recortes de gacetas, actas de interrogatorios, informes confidenciales, despachos de embajadas. Había de todo. La lapidaria frialdad de los comunicados oficiales o la alcohólica confidencia de marineros visionarios cruzaban indiferentemente el mundo para acabar sobre aquel escritorio donde, en nombre del Reino, Langlais trazaba con su pluma de oca el confín entre lo que, en el Reino, había de ser consideradoverdadero y lo que sería olvidado como falso. Desde los mares de todo el globo, centenares de figuras y de voces llegaban en procesión a aquel escritorio para ser engullidas por un veredicto sutil como un hilo de tinta negra, bordado con caligrafía precisa sobre libros encuadernados en cuero. La mano de Langlais era el seno sobre el que iban a posarse sus viajes. Su pluma, la afilada hoja sobre la que se doblaba su fatiga. Una muerte certera y limpia.
La presente noticia debe considerarse carente de fundamento y, como tal, queda prohibido que sea divulgada o citada en los mapas y en los documentos del Reino.
O, para siempre, una límpida vida.
La presente noticia debe considerarse verdadera y, como tal, aparecerá en todos los mapas y documentos del Reino..."