La foto me recuerda una reyerta que presencié hace dos días. Un delincuente -brutal y joven- había salido ya de la cárcel y esa noche pretendía ajustar cuentas con algún adversario suyo, a ser posible en la calle, carrera de coches incluida y una cohorte de parejas machistas llorando a voz en grito inútilmente para separar sendas facciones de mulos que se golpeaban como posesos hasta la paraplejía. Tampoco faltaron botellas rotas "porque no tengo una navaja que si no lo rajo de arriba abajo a ese cabrón hijo de la grandísima puta. Lo mato."
La policía vendría enseguida pero antes esperaría un poco a que se mataran entre ellos.
Dos días después de esto que cuento, capto con el móvil la imagen de las navajas que veis en el post, a solo unos metros del lugar donde habían sucedido los hechos. Tal icono se encontraba en un tenderete y pendía de un trozo de cartón duro colgado en una estructura metálica. "Limterna sin pilas."
No fue el texto ni su ortografía lo que llamó mi atención sino el metódico conjunto de minifacas -esa estampa tridimensional, rabiosamente real- que lo apoyaba. ¿Qué era aquello? ¿arte? ¿descaro? ¿provocación? ¿ignorancia? ¿irresponsabilidad? ¿pureza? ¿atavismo?
Entre la bronca que no acabó en tragedia por ausencia de navajas y la visión de las mismas a precio de saldo -vendíanse como faroles- pasó cual rayo por mi mente una escena de película que me había bajado meses antes de internet y que visioné en casa la tarde posterior a la reyerta. Era aquella en la que Henry Fonda -su personaje, que encarna la razón y la reflexión en Doce hombres sin piedad- clava la automática encima de la mesa para demostrar al jurado que no se puede juzgar a la ligera, mucho menos sin estar seguros de los hechos...
Sin ir más lejos, mi padre -que en paz descanse- utilizaba siempre una navaja para cortar el pan .En realidad jamás lo vi con un cuchillo casero a la hora de comer y cuando un día le pregunté por qué la usaba me contestó tranquilamente "corta mejor."
Nunca se lo dije pero a mí me intimidaba mucho ver todos los días un arma blanca en la mesa y a veces llegué a menospreciarlo por ello, hasta que en una ocasión se despistó y se cortó y cuando vio la sangre manar de la herida cayó al suelo como una pluma de seda. Comprendí pronto el significado y el sentido de la duda razonable.
La policía vendría enseguida pero antes esperaría un poco a que se mataran entre ellos.
Dos días después de esto que cuento, capto con el móvil la imagen de las navajas que veis en el post, a solo unos metros del lugar donde habían sucedido los hechos. Tal icono se encontraba en un tenderete y pendía de un trozo de cartón duro colgado en una estructura metálica. "Limterna sin pilas."
No fue el texto ni su ortografía lo que llamó mi atención sino el metódico conjunto de minifacas -esa estampa tridimensional, rabiosamente real- que lo apoyaba. ¿Qué era aquello? ¿arte? ¿descaro? ¿provocación? ¿ignorancia? ¿irresponsabilidad? ¿pureza? ¿atavismo?
Entre la bronca que no acabó en tragedia por ausencia de navajas y la visión de las mismas a precio de saldo -vendíanse como faroles- pasó cual rayo por mi mente una escena de película que me había bajado meses antes de internet y que visioné en casa la tarde posterior a la reyerta. Era aquella en la que Henry Fonda -su personaje, que encarna la razón y la reflexión en Doce hombres sin piedad- clava la automática encima de la mesa para demostrar al jurado que no se puede juzgar a la ligera, mucho menos sin estar seguros de los hechos...
Sin ir más lejos, mi padre -que en paz descanse- utilizaba siempre una navaja para cortar el pan .En realidad jamás lo vi con un cuchillo casero a la hora de comer y cuando un día le pregunté por qué la usaba me contestó tranquilamente "corta mejor."
Nunca se lo dije pero a mí me intimidaba mucho ver todos los días un arma blanca en la mesa y a veces llegué a menospreciarlo por ello, hasta que en una ocasión se despistó y se cortó y cuando vio la sangre manar de la herida cayó al suelo como una pluma de seda. Comprendí pronto el significado y el sentido de la duda razonable.
2 comentarios:
Si, la navaja es un icono de la Españal rural. Mi padre era de navaja y talega, pero nunca vi la navaja como arma. Es como Internet. hay gente que los demoniza y gente que lo endiosa: para mi es una herramienta profesional y personal que se ha hecho imprescindible.
para mí internet es -todavía- como el espejo de alice in wonderland: una maravilla :)
la gente que demoniza internet suele hacerlo por temor a lo desconocido y desde luego sirve la comparación de la navaja :) todo depende del uso que le demos
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