Palabras de Eduardo Galeano
para una reflexión...navideña
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http://www.youtube.com/watch?v=qp9dc9im3-M
San Diego Serenade
I never saw the morning 'til I stayed up all night
I never saw the sunshine 'til you turned out the light
I never saw my hometown until I stayed away too long
I never heard the melody, until I needed a song.
I never saw the white line, 'til I was leaving you behind
I never knew I needed you 'til I was caught up in a bind
I never spoke 'I love you' 'til I cursed you in vain,
I never felt my heartstrings until I nearly went insane.
I never saw the east coast 'til I move to the west
I never saw the moonlight until it shone off your breast
I never saw your heart 'til someone tried to steal, tried to steal it away
I never saw your tears until they rolled down your face.
http://es.youtube.com/watch?v=bku4G-PSyH8
Juan
mira el jugo resbalar por mi boca y caer,
llega el momento en que la tierra se hace néctar
las piedras y las flores líquido vergel
y todas las aristas que la habitan
miel.
Cuanto veo en tu mirada
es la fruta carnal que te provoca:
tú me engulles hacia adentro
y el sabor de la fruta ya no evoca a
la naranja. Es...
nuestra boca.
Un buen incentivo para visitar alguna vez el baúl de los recuerdos manuscritos es descubrirse a uno mismo farfullando en voz baja: “¿pero así era yo? ¿esto escribí? ¿dije eso? ¿hice aquello? ¿y esa foto? uh, uh esto lo rompo...” Conscientes de que nuestro ser algo ha permutado. Viene al caso el poema con el que encabezo el post y al que ahora titularía sin miramientos “Catálogo” no por evocar el valor de la fruta sino como claro homenaje al Leporello de la ópera, que cantó las conquistas de su señor Don Giovanni como si contara las longanizas de una interminable ristra. Y se quedó tan pancho. Pero no fue el único que lo hizo –o eso pensaba yo mientras leía algunas páginas de mi diario adolescente- pues mentiría si dijera que jamás participé en la elaboración de semejantes listas, aunque no pretendo publicar extractos. El donjuanismo en nuestra especie y desde unos días acá, lejos de ser antídoto contra la predestinación -o tapadera de alguna que otra orientación sexual reprimida- no es más que un montón de hormonas revueltas y malamente encauzadas. No simplifico. Porque acercarse al mito desde la perspectiva de hoy -y en esto da igual cogerse a un Tirso, un da Ponte, un Moliére, un Richardson, un Laclos, Zorrilla, Dumas, Goldoni, Gasset o Marañón...- cualquiera que levantara la cabeza ahora pensaría: “¿Miré -en verdad- los muros de la patria mia? ¿Tan gloriosamente ardieron nuestras médulas...? Que aunque gozar del engañar, penar por enredar, desencantar o ser estafado es cosa al parecer universal, la manifestación del deseo oscila y cambia con el paso del tiempo y el cambio de lugar. Ni que decir tiene si entramos en el discurso del poder y la erótica...con la Iglesia hemos topado -mas no solo con la Iglesia-. Si medio mundo carece de internet el otro medio copula o fornica virtualmente –lo real no se estila tanto- con premeditación, alevosía, ventaja... y el catálogo de antaño se transmuta hoy en realidad virtual manipulable a placer, sin coerción legal, como mandan los cánones del bit. Todo vale. Todo es posible. Todo lo que hay en la mente existe y navega rápido. Casi tenemos a un tiro de piedra alcanzar el don de la ubicuidad –no confundamos con simultaneidad-. Por tanto habrá que moldear el arquetipo si queremos seguir beneficiándonos de él. ¿Quién es Don Juan ahora? ¿A quién representa? ¿Quién se identifica? ¿Qué proclama? ¿Realmante interesan los catálogos de conquista que no sean juegos virtuales de invasiones públicas y notorias?¿Acaso sigue el sexo unido a la idea de culpabilidad? ¿Se comprende bien lo que es el statu quo? ¿Corremos el riesgo de sufrir la descatalogación de un clásico? La ambigüedad de la última frase sugiere una respuesta binaria. Yo entretanto sigo reflexionando sobre el donjuán que llevo dentro, cierro el baúl y escucho el aria.
Curioso. Ando metida en un Curso -magnífico- de Doblaje y en ello noto que he envejecido ¿para bien?. Me explico. Si hace años cuando estudiaba Arte Dramático me ponía de mal humor que me obligaran a hablar “en castellano” para construir un personaje –sacado normalmente de una obra lorquiana hasta la médula- ahora me importa un bledo. Supongo que será porque he ido reuniendo la técnica suficiente –no decir corasón donde debo decir corazón, decir las aguas y no lah aguah, excelente pero no eselente, ecelente o ehelente...-. Ya me entienden. No obstante entonces me costó más de un disgusto porque claro, yo no quería trastocar el habla, máxime si desde la impericia, el desconocimiento y el complejo de inferioridad –ahora ya se ven menos actrices andaluzas haciendo siempre de chachas por mor de la lengua- me sentía en la obligación de defender el sonido andaluz en las tablas. Pues bien, superadas tales tribulaciones vengo a parar –como decía al principio- a un curso de doblaje donde lo primero que obligan es a construir la voz –el personaje- desde tan ta ta chaaannnnn “el castellano”. No dije una palabra –ni siquiera me atreví a susurrar “¿castellano? pero de dónde, de dónde....”- Cuál no sería mi sorpresa al descubrir que podía hablar perfectamente el estándar neutro y comprender que este negocio es así y si se quiere currar en ello habrá que dominar el idioma. Afortunadamente he podido comprobar todo el camino que llevo recorrido en cuanto a recursos de dicción, proyección, entonación, interpretación y reflejos, algo que claramente le debo no tanto a la carrera de Arte Dramático como a la docencia. No hay nada como un aula –sobre todo si se imparten clases de ELE- para desplegar, descubrir o perfeccionar todas las habilidades de un histrión. Llévense unos meses dando clases de español para iniciales y acabarán pronunciando el castellano tal y como se lo imponen en los medios: alto, obvio, ni seseos ni ceceos ni aspiraciones –eso sí, embrutecido hasta decir basta-. Solo hay algo que sigo echando de menos –en el teatro, en el aula, en el doblaje...-. Si cambias la dicción alteras la voz y por ende al personaje. No es igual un discurso construido desde tu voz a construirlo desde la voz que se te impone. Que se puede hacer, por supuesto. Que es lo que normalmente se hace por estos lares del sur, también. Pero hagan la prueba. Intenten decir en castellano -de Valladolid, por ejemplo- cualquier texto. O intenten este otro. A ver qué les sale. El alma seguro que no.
Quisiera estar solo en el sur
Luis Cernuda
Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.
El sur es un desierto que llora mientras canta,
y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia el mar encamina sus deseos amargos
abriendo un eco débil que vive lentamente.
En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.